¿Los éxitos, las victorias, la gloria?
Está claro que todo eso puede resultar muy atractivo, pero sin duda hay algo mucho más profundo y gratificante que nos une a todos en este deporte, y eso es el amor por el juego en sí mismo.
Porque al final, ¿qué sería del balonmano sin ese espíritu de equipo, esa camaradería y respeto mutuo entre rivales y compañeros? ¿Qué sería de este deporte sin los nervios previos a cada partido, sin la superación personal, sin los valores de sacrificio y esfuerzo que transmitimos a los más jóvenes?
Tú, sí, tú que estás leyendo estas líneas, seguramente ya eres consciente de la importancia de todo esto. Porque, como a mí, el balonmano te ha enseñado a valorar la verdadera esencia del deporte: la pasión por competir, por mejorar y por disfrutar del juego.
Pero, ¿qué ocurre cuando centramos toda nuestra fuerza y energía en ganar los partidos? Pues sencillamente que nos olvidamos de disfrutar del balonmano, de aprender de cada partido, de valorar el esfuerzo de nuestros compañeros y rivales. Y eso, amigos míos, no es balonmano.
Porque si algo nos me ha enseñado este deporte es que no importa cuántos goles anotes, cuántos trofeos levantes o cuántas medallas cuelguen de tu cuello; lo verdaderamente importante es cómo lo consigues, cómo vives cada entrenamiento, cada jugada, cada competición. Y eso solo se logra cuando te entregas al máximo, cuando disfrutas de cada instante y cuando aprendes a compartirlo con los demás.
Entonces, ¿cómo podemos fomentar esta filosofía en nuestros equipos y en nuestros jugadores? La respuesta es sencilla: siendo ejemplo. Saltando al campo con la sonrisa puesta y dejando que el amor por el balonmano nos guíe en cada uno de nuestros movimientos.
Porque, al fin y al cabo, siempre hay alguien al otro lado que está mirándonos, alguien que quiere aprender de nosotros y que de algún modo desea seguir nuestros pasos. Y es nuestra responsabilidad enseñarles que, aunque el balonmano es un deporte en el que se compite, se puede competir de una forma sana, justa y, sobre todo, feliz.
Así que el reto que te propongo hoy es que te sumerjas en esta filosofía minimalista del balonmano, que adaptes tu entrenamiento y tu forma de competir a la realidad de tu equipo, de tu situación y, por supuesto, de tus propios valores. Porque se puede ganar sin pisotear a nadie y se puede perder sin dejar de sonreír. De ese modo, estaremos todos felices, siempre jugando y compitiendo.
El éxito no se mide en medallas, trofeos o aplausos, sino en la capacidad de disfrutar de este deporte que nos ha unido, en la habilidad de transmitir nuestras pasiones a los demás y, cómo no, en la satisfacción de ver cómo el balonmano sigue creciendo y atrayendo a nuevas generaciones de jugadores, entrenadores, abril.
Entonces, ¿estás dispuesto a dar el paso? ¿A ser ejemplo y apoyar a quienes te rodean en su crecimiento en este deporte? Si es así, ¡enhorabuena! Has demostrado que eres un verdadero amante del balonmano y que, juntos, podemos hacer que este deporte siga siendo un referente de valores y pasión para los amantes del deporte.
MANUEL VELA. ENTRENADOR DE BALONMANO
Deja una respuesta